quinta-feira, 11 de janeiro de 2018

¿Qué entiendo por cerámica?

            La etimología de la palabra cerámica proviene del griego Kéramos que significa “arcilla quemada”. Es decir para ser considerada cerámica, la arcilla, compuesta de materiales orgánico e inorgánicos debe de pasar por un proceso de modelado, secado  y cocción a  temperaturas elevadas cuando entonces se transforma químicamente. Ahora vitrificada y convertida en un objeto de extrema resistente y de poca porosidad, la arcilla finalmente se vuelve cerámica.
            La cerámica es una de las manufacturas más antiguas de la humanidad y es encontrada desde el periodo Neolítico, cuando nuestro ancestros empezaron el proceso de sedentarización con el dominio de la agricultura. De esta forma, la cerámica pasó a ser utilizada inicialmente para la confección de objetos para el almacenamiento de agua, semillas, comida, entre otros.
            Por su capacidad de preservación al largo del tiempo (debido a sus características fisicoquímicas), la arqueología ha utilizado a los artefactos cerámicos como un vehículo para acceder al pasado de los pueblos y las civilizaciones y así conocer diversas características socioculturales plasmadas en cada una de las piezas encontradas.
            Compuesta de los cuatro elementos naturales originarios: tierra, agua, aire y fuego, el proceso cerámico ha generado verdadera fascinación en la historia de la humanidad. Transitando entre los universos fisicoquímico y simbólico-estético, el arte cerámico es el resultado de la síntesis, por un lado, el que se refiere a la herencia natural, cultural ancestral y por otro lado, el que se refiere a la acción creadora de cada persona que se dedica al dominio pleno de la técnica y de su transcendencia en el tiempo.
            De manera poética dicen que en los dedos y en las palmas de las manos de un ceramista deben también encontrarse sus ojos y su corazón. De esta forma, al hacer cerámica la artesana y el artesano pueden remontar a estados de nuestro origen y creación y alejarse por un momento de la sociedad actual en que vivimos, cada vez más acelerada e híper excitada. Tal y como dijo Eduardo Galeano, “en un mundo de plástico y de ruido quiero ser de barro y silencio”.
Así aprender el oficio de ceramista se vuelve un reto cultural y personal en relación a los diversos conocimientos técnicos acumulados a lo largo de millares de años, pero también en relación a las infinitas posibilidades de expresión estética que uno puede experimentar por intermedio de la tierra, el agua, el aire, el fuego, el tiempo y el silencio. 
                                                                                               Ana Luiza Moraes Patrão

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Zuquichiuhqui: el alfarero El que da un ser al barro: de mirada aguda, moldea, amasa el barro. El buen alfarero: pone esmero...